Como todas las películas de los Coen, Fargo tiene un aspecto estupendo y el sonido es incluso mejor. Los escenarios y los paisajes son inhóspitos, pero se nota que los directores siguen amando esos espacios tan abiertos en los que crecieron. El personaje de Mcdomard, embarazo incluido, aporta calidez y humanidad para compensar la brutalidad y violencia de los secuestradores. Una vez dicho eso, los Coen no se andan con rodeos: los lugareños sen estrechos de miras e incluso la heroína tiene aspecto de pueblerina cuando se va a cenar por la ciudad.
Como se puede esperar de los directores, es una comedia negra que tiene una densa ironía. Algunos encontrarán ese humor más difícil, pero vale la pena seguir intentándolo porque es una película maravillosa. Los Coen no suelen hallar el equilibrio perfecto entre comedia y crueldad, ni entre humanidad e ironía, pero esta cinta es la excepción. No es su obra más original, pero el guión es una delicia y, definitivamente, se mereció el Oscar que se llevó.
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